Si me planto delante tuyo, te doy un empujón y te insulto ¿que pasará?
Te enfadarás. O tal vez no, vete a saber.
Lo que si que casi seguro que no vas a hacer es sacarte los zapatos.
Si te insulto y te sacas los zapatos, me quedaré alucinando.
No lo entenderé.
Ni siquiera sabré si te has molestado y ! yo quería molestarte!
Cuando mi hijo pequeño hace huelga de hambre y decide no terminar la cena por la pereza de auto-servirse, no le castigo sin mirar los dibujos de la tele. No, no, no.
Si le castigara sin televisión sería lo mismo que quitarme los zapatos.
Sencilla y coherentemente, si no se termina la cena, no toma postres.
El día que aprendí a premiar ya castigar con coherencia, de repente, la mayoría de premios y castigos resultaron eficaces.
Todavía me pregunto ahora como puede ser que no se me ocurriera antes
.
.
Deja una respuesta