Una oca.

Escrit el 04/07/2012 a les 8:43 § 0 comentaris

 Post publicado en «anoiadiari» el 18/02/2011

Soy una oca clueca.
Mayúscula y erizada.
Mis plumas huelen a cuna limpia y algodón, son, calientes y acogedoras y siempre a punto para el consuelo.
Cuando oscurece me duermo con el pico bajo el ala y nunca me abandono del todo para poder espiar mis criaturas, para velar por ellas y sus sueños.
Dicen que la oca, si hace falta, es capaz arrancarse la propia piel para alimentar a las crías. Yo también.
A mí, los labios me saben a leche y miel.
Mis hijos me roban los besos porque saben que son dulces y les explican cómo les amo. Al igual que hacen los polluelos en el nido que arrullan la madre a picotazos porque quieren más.
Cuando tiemblan los escondo debajo mío y así no pasan frío. Si hay alguno que se escapa, le pío por el  miedo de que no le pase nada.
Hacía mucho que no me miraba en un espejo. Mucho tiempo.
¿Para que? Si, convencida de mi condición animal, estaba segura de lo que era y de lo que vería. Es de idiotas hacer preguntas obvias.
Hoy, de espaldas, me he mirado de reojo. Casi sin querer.
Esperaba encontrarme la cola, como un penacho que me cuelga por detrás, y, he descubierto unos ojos: Los mios.
En la inmensidad del ave brillaba una mirada que me decía, me recordaba, me delataba a voz baja y a gritos, quién era yo antes.
Antes de que hubiera surgido efecto el hechizo.
El hechizo de esta magia tan fuerte que, sin saber cómo, me ha convertido en la oca que soy.
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