Para mí, el motivo fundamental para no dejar llorar a un bebé más de lo que sería razonable (tan razonable como el propio e individual nivel de tolerancia) es la construcción del botón.
La resistencia de la madre al llanto hace que se construya un botón invisible, impalpable pero real. Que localizo sobre el estómago y en medio de las costillas y del que cuelgan miles de ramificaciones nerviosas y emocionales.
Cuantas más veces vivimos la situación angustiosa del llanto, más sólido el botón. Hasta que llega el día en que el botón es un potente interruptor que nos puede llevar al estrés de 0 a 100 en cuestión de segundos. » Continuar leyendo «