– Pídeselo por favor y te lo dará.
¿Cómo? ¿Así de fácil?
¡Anda! Pues si esto fuera tan sencillo ahora mismito me iba al banco y le decía al señor Caraslargas del bigotito:
– Señor, bonito, guapo, déme dinero por favor.
Pero está claro que si no es MÍO no me lo dará.
Pedir bien es pedir por favor pero ser educado no te convierte en todopoderoso.
No tengo porque dar si no quiero ni que me lo pidan de rodillas y no me deben conceder solo porque lo exija con corrección.
En un parque que hay detrás de la escuela de mis hijos un niño lloraba a moco tendido. Cuando le pregunté a la abuela (que era quién lo atendía) que era lo que lo puso tan rabioso, me dijo:
– Es que es muy cabezota y celoso. Nunca comparte. Su hermano, pobrecito, le pidió 3 veces por favor que le diera la pala y él testarudo que no, que no y que no. Al final no me ha quedado más remedio que quitársela yo.
Pues no me extraña nada la indignación del crío. Ni su rabia al hermano. Ni que, por naturaleza (?) fuera tan poco dado a la generosidad.
No opiné. ¿Para qué? ¿Quién soy yo?
Solo la miré y me pregunté qué hubiera hecho ella si le pido tres veces por favor el monedero y a la cuarta le cojo el bolso de un tirón y me largo corriendo.
Lo que vale para mayores también debería valer para menores.
.
Deja una respuesta