Me lo preguntan. Últimamente, muy a menudo. Quieren saber si ya he rehecho mi vida . Aprovecho el post de hoy para explicarme:
Si. No del todo pero SI. Veamos:
Así en general, la rehago, a grosso modo, cada mañana cuando me levanto. La llevo rehaciendo, mejor o peor, quizás, mmmh, desde los 30 años. Antes también, de manera inconsciente. Diría que, como todo el mundo, rehago la vida a cada instante desde que nací.
Si tengo que especificar:
La rehago CUANDO finalmente termino diciendo aquello que NO debería haber callado y hace bien, a mí y a los demás.
CUANDO me esfuerzo por desetiquetar personas y lo consigo y me sorprenden agradablemente.
CUANDO he visto que me equivocaba y cojo fuerzas para rectificar. (Como es algo que me cuesta, entonces creo que la rehago impecablemente.)
CUANDO mi hijo pequeño me señala una piedra y yo la miro con ojos nuevos. Como si nunca antes hubiera visto una igual.
CUANDO mis adolescentes me hablan y los escucho con los 6 sentidos, con todos, y me contagio y siento la magnitud de sus emociones.
CUANDO inspiro y después respiro.
CUANDO pestañeo.
CUANDO la tristeza me puede y la alegría me rescata.
CUANDO el miedo me contrae y viene lo que sea, o quien sea, y me empuja y noto de nuevo cada una de mis extremidades y reconozco que sigo formando parte de este mundo. Ah! Y, CUANDO entonces me doy cuenta, estoy segura, de que este mundo es menos mundo sin mí. Muy poquito menos, pero menos.
Bueno, ¿que deciros? Procuro rehacer mi vida tanto como puedo a voluntad y a contra voluntad. Ya lo veis.
Tanto es así, que cuando me preguntan:
– ¿Ya has rehecho tu vida?
No me queda otra que responder:
En eso estoy.
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