(post recuperado antiguo blog 29/04/09 núm 59)
Harta estoy.
Harta, de aguantar la respiración.
De aguantarla y al mismo tiempo de ir hablando, riendo, escuchando, caminando .., como si nada.
Es un arte, ¿eh?. ¡Un hartón de sufrir! Con lo feliz que yo sería si no fuera por este atadillo de abdominales flácidos.
Y es que además, a mí, los hombros se me levantan sin permiso, al coger aire,¿sabes?, Y cuando me doy cuenta, parezco un «arganboy». No sincronizo bien.
Asquerosa primavera que maltrata mi autoestima.
Qué publicidad le hacen, ¿no? !Ya está aquí, ya está aquí!. «La primavera ha venido…» ¡Uiii que bien! Los pajaritos y las florecitas. Ya. Ya. Y tanto. Ya. ¿Y QUE HAGO YO DEL BUÑUELO DE UN PALMO QUE ME CUELGA DEL OMBLIGO?. ¿Eh? A ver. Que me expliquen. Que los pantalones me caben, pero el buñuelo no.
¿Soy «gorda» o «semi-gorda»? Estoy por definir.
La culpa la tiene el buñuelo.
Qué sudores matutinas para esconderlo y él no quiere y yo que el empujo con los dedos cintura abajo por dentro del pantalón. ¡No hay forma!, Si entra por un lado se sale por el otro. ¿Pero esto que es?
Y los niños que me llaman y que faltan 10 minutos. Ala, ya es suficiente. ¡Así te quedas! Y a quien no le guste que no mire. ¡Venga! A hacer el «arganboy» hasta el cole.
¡Pero qué luz tan fuerte de madrugada!
El sol da de lleno en los escaparates de las tiendas, repletos ellos de ropita para barbies. Por cierto, ¿ en invierno también refleja tanto? Para mí que me veo más ahora. Ni que no quiera todos los cristales me devuelven la imagen: yo con los pequeños y el trolebús y con los cuatro y con el buñuelo …. madre mía, en casa me veía mejor … y es que me dan ganas … ganas … de hacer ver que no me conozco:
– ¿Mama, que estás enfadada?
Esta es una de las ventajas de tener tantos hijos; te despistan cuando mas te conviene.
Lástima del oportunista de turno que le da por fijarse en ti justo los únicos 15 minutos del día en que, por lo que sea, te has relajado. Escuchas como dice:
– ¿No me digasss?? ¡Oh!
Entonces, mi cuerpo activa un sistema de alerta que hace trabajar más rápido todos los órganos vitales. Suplico; Uiii. No, por favor no. Aquí en plena calle … no me lo hagas.
– ¿En seriooo? No puedo creerlo.
Y es que resulta inevitable. Este tipo de individuos que hacen esto, no se pueden controlar. Allí que la veo, cruzando la calle con los brazos extendidos como una bienaventurada. De cabeza hacia el buñuelo. Así que lo tiene bien agarrado me dice:
– Vuelves a estar ….
Vamos, calla y sonríe y di que no pasa nada.
La madre que la trajo …. !! a la primavera!
Me encanta tu blog. Y gracias por tus lindos cuentos y relatos.