«Con el tiempo he aprendido a encontrar fórmulas para sobreponerme a los momentos estresantes con niños.
Mis peores errores fueron porque miraba hacia el lugar equivocado: Muchas veces, la solución no estaba en ellos sino en mi.
Si yo estoy bien, no hay situación que me supere.
Mímate mucho.
(De vez en cuando….hace falta una mamá para mamá)»
Post del antiguo blog núm 126. 11/12/09
Si nos coláramos en su globo ocular nos podríamos ver fácilmente, multitud de veces, con la cara deforme, a tres palmos suyo, a lo largo del primer año, haciendo:
– M-a-m-m-m-a.
Estirando el hocico tanto como podemos, a ver si nos entienden mejor.
– M-a-m-a, m-a-m-a, m-a-m-a.
(Como no lloran más.)
– ¿Quién te quiere a ti? La m-a-m-a.
Nos lo hacemos y nos lo deshacemos. Ardemos en deseos de que nos llamen así.
Ay, !cuando lo diga! Ay, ¿cuando lo dirá?
¿Cuando? !Uy, cuando!
Antes de los dos años ya habrás advertido que las ganas de escucharlos es inversamente proporcional a lo que darías para se que callaran.
Hasta el «moño» de la m-a-ma. De la m-a-m-a hasta la sopa. Y por años.
A mí, así que cambia el tiempo y que los cuatro no están finos, cuando empieza el «rum-rum» de » mama aquí», de «mama allá», en especial con los pequeños que a la palabra añaden unos «lagrimones» de medio litro, entre lloriqueos y ma-mas, que creo que enloquezco o me va justo.
Cogería y me iría. Me colgaría la bolsa, cerraría la puerta y «Poble Sec» arriba.
A buscar la mía de ma-ma.
– ¿M-a-m-a, dónde estás? !!!mi ma-maaaaa!!.
Si no fuera porque ya es viejita y sus huesos, quizás, no me aguantarían, algún día, cuando llega a mi casa y la cosa está movida, cuando ya estoy medio sorda de tanta m-a-m-a, pegaría un salto y, tan grande como soy, me echaría a sus brazos.
Si, si. Para que me consuele, me mime, ahuyente a estos niños malos que me siguen a todas partes, todo el día.
Que al oído me diga;
– No pasa nada, mi niña, ya está aquí la ma-ma.
..
Sí, es verdad, hay días que necesitamos apoyo y también un poco de aire para tomar distancia, aunque sea leve.. Qué bueno si podemos encontrar esos pequeños espacios para descargarnos, ¡los necesitamos tanto! Un saludo