Anna Pujabet

Los niños (sin problemas auditivos, claro) empiezan a hacer oídos sordos ante la llamada de sus padres cuando aprendieron (de forma consciente o inconsciente) que, lo más probable, es que se les avise para pedirles o amonestarles. » Continuar leyendo «

¿Quieres saber si estas educando bien a tus hijos?
Pregúntate si el rato que estuviste con ellos fue gratificante para ti.
Ahí esta la respuesta. » Continuar leyendo «

Puedes fruncir el ceño porque unos nubarrones negros amenazan tu colada recién tendida o puedes abrir la boca y cazar gotas de lluvia.

Puedes molestarte con el mundo porque gira vertiginosamente o puedes ponerte un casco y !! Arreando !!

Enfadarse con alguien o algo que ni tan siquiera percibe tu enfado es una perdida de tiempo y de energía. Mejor nos adaptamos y!! Listos.!!

Todos los hombres tienen la capacidad de ser padres (algunos de ellos, incluso sin saberlo), pero solo unos pocos lo son de verdad.
Enhorabuena a estos escogidos.
En especial, a todos aquellos que encuentran en sus hijos la mejor escusa para volver a ser un niño.

Por poco que podamos hacer, siempre resulta PRACTICAMENTE inevitable intentar ver que pasa.

¿ Naturaleza humana o supervivencia ?

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Siendo yo adolescente llegué a la conclusión de que hacemos muchas cosas, aparentemente inútiles, que, de evitarlas, nos ahorrarían una gran energía.
Fue entonces, en mi convencimiento, que le dije a mi padre:

-¿porque debo hacerme la cama cada mañana si por la noche la vuelvo a deshacer?

A lo que él, hombre tan sencillo como sabio, me respondió: » Continuar leyendo «

Llamase como se llamara el ser que creo el mundo, cuando construyó el lugar donde vivo, tenia el aspecto de un niño enorme.

Un niño de proporciones descomunales que jugaba en la orilla del mar.

Hundió sus mayúsculas manitas en la arena mojada de agua y sal  y  la dejó caer formando montículos caprichosos a su alrededor. Luego, los miró asombrado y los llenó de risas infantiles. » Continuar leyendo «

Tras los cólicos del lactante, los terrores nocturnos son, para mí, una de las grandes incógnitas de la primera infancia. Os dejo este enlace por si queréis saber más.

Terrores nocturnos 

Mi hija mayor los sufrió hasta hace poco, aproximadamente remitieron hacia los 10 años. » Continuar leyendo «

Había una vez una madre que guardaba botellas vacías.

Cada día hacía lo mismo, esperaba tenerlos dormidos, los niños, les dejaba un beso en la frente, los arropaba, les ajustaba la puerta y encendía una lucecita del pasillo para que no tuvieran miedo.

Cada día del mundo. Y cada diez, después de pulsar la lucecita «asusta-demonios», prendía la de la despensa.

Pasaba el pestillo, abría y respiraba los efluvios húmedos que le llegaban desde el fondo, escaleras abajo, donde estaba el armario y las botellas. » Continuar leyendo «