Cuando yo tenía 4 años me negué en redondo a dar un beso.
Recuerdo al detalle aquel momento.
Aun pesa sobre mi conciencia haberme negado.
No lo explicaré ahora, es largo y tampoco viene al caso.
Como niña que fui y como adulta que soy digo que obligar a una criatura a tener muestras de cariño a regañadientes es una falta de respeto a su voluntad y una violación a la intimidad. Así es como lo veo.
Y añado que, cuando se fuerza a un niño a tener contacto físico con un adulto (a pesar de que el adulto sea de familia directa y a pesar que el contacto sea tan minúsculo como un beso) se le está enseñando a someterse de una manera insana . Una sumisión que en un futuro quizás le impedirá negarse en situaciones de abuso.
A amar no se obliga.
Obligar a amar despierta un montón de emociones, menos amor.
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