Siendo yo adolescente llegué a la conclusión de que hacemos muchas cosas, aparentemente inútiles, que, de evitarlas, nos ahorrarían una gran energía.
Fue entonces, en mi convencimiento, que le dije a mi padre:
-¿porque debo hacerme la cama cada mañana si por la noche la vuelvo a deshacer?
A lo que él, hombre tan sencillo como sabio, me respondió:
– Debes hacerte la cama porque sino corres un grave peligro.
De no hacerla, a la larga o a la corta, acabarás decidiendo no levantarte de ella. ¿Para què? ¿Si al cabo de unas horas volverás para acostarte?
No entendí esta respuesta, de verdad, hasta hace muy poco.
Haceros un favor: Volved a poner las sabanas en su sitio.
Con cariño, con empeño, con ganas.
No os descuidéis ni un día.
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