La más dolorosa y comuna de las emociones que sufrimos en exceso y también la que interpretamos con menos acierto. (Ver otras emociones: tristeza)
Y eso que sin ella no sobreviviríamos ni un solo día; incluso para bajar escaleras necesitamos tener un poco de miedo. La cosa más absurda e insignificante nos mataría sin esta emoción.
¿Pero cómo debemos leer exactamente al miedo?
El miedo nos dice que un peligro nos amenaza y que debemos tomar precauciones. No nos niega que nos tiremos de un barranco, nos invita a colocarnos un casco (metáfora irónica).
¿Qué pasa si no le hacemos caso?
El instinto siempre respeta nuestras decisiones y procura para que seamos capaces de conseguirlas con éxito.
Si eludimos su mensaje (de repente nos ponemos a hacer mil tareas para despistar el malestar de sentir miedo) nuestro instinto aumentara la dosis, hasta que le escuchemos. Y ese miedo ligero del principio puede convertirse en pánico por momentos y sin razón aparente alguna.
¿Dónde se manifiesta físicamente el miedo?
En el estomago.
Por eso muchos niños se quejan de dolor de barriga cuando todavía no saben que lo que tienen es miedo.
Los mayores también, a veces no lo sabemos.
No solo dan miedo los monstruos gigantes de mocos verdes, hay montones de cosas pequeñitas, cotidianas, familiares,… que nos pueden dar miedo. Incluso aquellas “que no deberían” (estas son las más peligrosas). No descartes nada, escucha tu cuerpo y busca.
¿Según qué te provoca un run-run debajo de las costillas justo encima del ombligo? Pues ya lo tienes.
¿Qué hago?
Reconoce el síntoma físico. Indaga que te inspira esta emoción. Pregúntate porque. Procúrate las protecciones necesarias. Y adelante: Resuélvelo.
Para bien o para mal, pero aléjate del precipicio. Quedarte allí sin hacer nada te empeorará seguro porque tu subconsciente no entiende ni media palabra de las razones tan razonables de tu consciente
A veces con el simple gesto de mirar de frente el punto físico donde se manifiesta el miedo es suficiente para que se disuelva. Incluso antes de entender. Al menos bajará de intensidad seguro, ni que sea momentáneamente.
Prueba y cuéntame, si quieres.
P.D
Esta puerta trasera al miedo que he intentado explicaros así por encima en el post, fue para mi el gran descubrimiento de la inteligencia emocional que conocí por primera vez de la mano del maestro Josep Toll. Como tanta gente, servidora, era poseedora de muchos miedos acumulados y aumentados, sobretodo, por mi empeño a ignorarlos.
Ojala que este pequeño conocimiento os haga tanto bien como a mi.
Recuerda: Sin miedo no puedes ser valiente
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Gracias! Qué bien me ha venido hoy.