Si en algo pongo especial empeño en mis talleres pre-natales es en presentar a las futuras mamás la más objetiva realidad.
¿Porqué? Porque las frustraciones vienen siempre precedidas de falsas expectativas. Pero es fácil caer en ellas, muy fácil.
¿Porqué? Porque cuando estás embarazada, no sé muy bien a qué se debe, se te aparecen futurólogas como setas y entre ellas hay dos especies abundantes:
Las que viven en los mundos de Yupi y las que viven en los mundos de Dante.
Y, claro está, nuestra mente, que es muy lista ¿Qué hará? ¿Pues qué va a hacer? Ante la evidencia ineludible del tamaño de la panza, el subconsciente prefiere acogerse a la versión bucólica y la otra, nada, lo arreglamos, nos decimos que se trataran de mujeres histéricas o blandotas a las que una les da ( o les dará) dos vueltas.
Mirad, ni la maternidad es algo tan re -precioso y feliz todo bordadito de rosa o azul pastel, ni tampoco un infierno donde agonizas día y noche.
Digamos que es una época de emociones fuertes donde habrá mucho y de todo. ¿Y el balance? El balance debe aparecer siempre en positivo ( debería, cada día)
Y sinó, hay formulas para ello. Siempre las hay.
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