Los niños no comparten y los adultos apenas. Habría mucho que discutir sobre el significado puro de la palabra altruismo, pero, vaya, mejor dejémoslo, yo por ahora me ocupo de las criaturas.
Los forzamos a que «dejen» sus juguetes al hermano, al amiguito .. porque damos por hecho que, «obligándoles», los hacemos sociables y ser sociable les acerca al ideal humano.
– El mío, al final, siempre comparte.
– No. El tuyo, al final te obedece. (Muy diferente.)
Y cuanto más bondadosos son los padres (con las cositas de su hijo, claro) más contrariada la criatura.
– Todo es de todos, amor.
¿Y entonces? si todo es de todos, ¿que carajo tengo para compartir?
Si deseas hacer que sea generoso y no sumiso, ante todo debe tener claro lo que es suyo. Si sé lo que es mío, comprendo que compartir no es perder, entre otras cosas.
Y luego busca la manera de obtener (sin chantajes o amenazas a poder ser), su permiso. Quizás será más fácil si se le propone un intercambio y sino, está en su derecho de negarse. ¿O no?
Muchísimas veces he observado como la «no intervención» de los padres, los hace más libres a decidir y la situación termina resolviendo, con o sin generosidad, pero felizmente. De hecho, la sola presencia del adulto en medio de una «negociación» infantil, ya es tendenciosa y coartante.
Siempre es mejor que el hermanito, amigo .. aprenda a frustrarse por no obtener lo que desea (muy recomendable) que coaccionar a otro a hacer algo que no quiere hacer.
Así es como lo veo.
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