Montserrat

Escrit el 09/01/2013 a les 13:18 § 1 comentari

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Llamase como se llamara el ser que creo el mundo, cuando construyó el lugar donde vivo, tenia el aspecto de un niño enorme.

Un niño de proporciones descomunales que jugaba en la orilla del mar.

Hundió sus mayúsculas manitas en la arena mojada de agua y sal  y  la dejó caer formando montículos caprichosos a su alrededor. Luego, los miró asombrado y los llenó de risas infantiles.

Si Dios tuvo una madre que, como nosotras le observaba amorosa y pacientemente, esa mujer, lucia una tez oscura.

Una tez oscura.

Tenia la piel como el carbón y, aquel día, se apodaba Montserrat.

 

 

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