Me lo han dicho las retinas:
Cuando he pisado la calle, de buena mañana, y se han hecho pequeñas como un punto y final.
Me lo ha dicho la nariz:
Cuando andando por el paseo se ha enamorado; bobo y perturbado, de una minúscula flor.
Una flor que temblaba de frío. Que apenas olía. Que sacudía los pétalos, inestables y enclenques, en su recién desplegar.
Me lo dice la piel:
El vello de los brazos que se eriza como un gato asustado bajo el jersey.
La piel que se encoge, como un cachorro miedoso por las lamidas dulces del sol
Entre aceras y paredes de Santa Catarina.
Y los labios de la gente, que se ensanchan. Las mejillas que se hoyuelan.
Y su gesto amable y la cadencia de las palabras que se dicen, cuando no se dice nada.
Respirar.
Respirar tragando la vida.
Tan breve.
Las nubes se persiguen, divertidas, en este cielo de azul y la brisa que les empuja me silba, burleta, en la nuca.
¿Ya pasó tanto tiempo?
Me lo dicen los oídos: del oído al pensamiento.
Volverá. Aunque no queramos, vendrá.
Es la primavera, poca vergüenza, quién lo dijo:
– Dentro de nada, ¡ verano será ¡
Deja una respuesta