Si algo nos une de verdad a las personas, es hacer frente común a alguna injusticia que nos afecte a todos. A veces pienso que deberíamos sufrir más de las que sufrimos, nos iría estupendo para salvar tantas distancias absurdas como hay entre nosotros.
Pues nada, aparte de mi intención de buena voluntad universal, quería explicaros que esta curiosa solidaridad humana también sirve en el micro planeta familiar. No sólo es útil si no que, encuentro, es buenísima para fomentar y mejorar las relaciones entre hermanos. Yo, al menos, la utilizo a menudo.
No es broma del todo cuando mis hijos mayores me tildan de «ser superior» porque de vez en cuando tiendo a provocar tsunamis y demás catástrofes improvisadas para ver cómo se las ingenian para aliarse, en el fondo, contra mí.
Os cito unos ejemplos de tantos:
Ejemplo 1.
– Hoy para cenar hay, o bien macarrones o bien patatas y huevos fritos (ambos son platos que les encantan). Si no os ponéis de acuerdo antes de las 20.30 y entre los dos decidís el menu, entonces habrá verduras y pescado.
Ejemplo 2.
– De acuerdo, uno puede sentarse en el asiento del lado del conductor. (cuando ya tengan la edad, claro). Hablad de qué trayectos hará cada uno. Si no lo tenéis claro antes de que meta la llave en la cerradura, ambos iréis detrás.
Ejemplo 3.
– Ahora que tengo un rato os leeré un cuento. Elegid juntos cual queréis antes de que la aguja del reloj llegue al 3 (por ej.). Si no lo conseguís, continuaré haciendo mis cosas. Se habrá acabado el tiempo.
Importante que una vez desencadenada la tormenta os mantengáis al margen, absolutamente.
Las divinidades no discuten el porqué de sus acciones. Nunca. Y si escuchan, que vete a saber tú, si escuchan, no suelen responder. Ya saben los fieles que hay razones que escapan a su entendimiento.
Quedaréis asombrados de cómo y de que pronto lo resuelven cuando quieren. Ya me contaréis.
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