Los niños y la muerte

Escrit el 09/02/2016 a les 14:49 § 0 comentaris

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Al principio de hacer esto que hago una madre contactó conmigo por mail.

Tenía un hijo que sufría una extraña enfermedad de nacimiento que a pesar de que le había permitido superar los 6 años ya no se le auguraba muchos mejores pronósticos.

Ella lo tenía asumido.

Quería que le ayudadara a hacer entender al niño lo que le iba a pasar. A que aceptara su propia muerte a través de las respuestas a sus dispares, inocentes e inquietantes preguntas

Conversamos largamente, muchos días. No hace falta que os diga lo que supuso para mí: De las relaciones más íntimas, empáticas y duras que he tenido con alguien y sin conocerlo en persona.

Sabéis que aprendí? Sobre todo, mis grandes limitaciones al respecto.

Hasta que la conocí a ella, creía que este tipo de «desgracias» eran ajenas a mi.Com si hubiera olvidado que esta era una suerte a la que estamos condenados todos.

 

La próxima charla en el Ateneu, «Fer de pare, fer de mare…acompanyant el dol» (02/11/16) me ha hecho recordarla, Los he releído y he extraído algunas de las conclusiones a las que llegamos juntas, para quien pueda ser de utilidad:

 

– NO evitar respuestas.

Si le decimos, «no pasa nada», «no hagas estas preguntas», «tú no tienes que preocuparte».

Aumentaremos su incertidumbre y su angustia. (Le excluimos de participar en lo que más que a nadie, le afecta a él)

 

– Respuestas sencillas y sin detalles.

Me hará daño? Los padres y los médicos haremos lo posible para que no te duela nada.

Sabemos que será así. No les mentimos.

 

Aceptar que hay respuestas que NO tenemos

Decir: – Esto NO lo sé pero miraré de descubrirlo,si quieres.

Es mejor que fingir una respuesta que, si se descubre, romperá su seguridad con nosotros.

 

– Que sepa que no está solo

Aprovechar las ocasiones para decir … «a los otros niños como tú se les suele pasar …» les hace entender que hay más como él y que dentro de extraordinario no es anormal.

Rodearse de familias con casos similares es tan bueno para los niños como para los familiares.

 

– Hablar con los de su entorno.

No es contagioso.

Si otros niños lo visitan deberían estar libres de las sobreimpresiones de sus adultos. Si no, es mejor que no vayan.

 

– Sin culpables.

Enseñarle que en la naturaleza cada ser vivo nace, existe y muere. No podemos saber cuándo pero sabemos que será así para todos. No es culpa de nadie.

 

– Dejar que haga uso de sus emociones.

«No estés triste» No te enfades «.. si bien pienso que son órdenes que se deberían evitar con todos los niños, más aún en aquellos a los que les conviene exteriorizar el doble.

También los padres y familiares. (Nosotros nos sorprendíamos a menudo descubriendo que el niño, precisamente, era el menos débil emocionalmente de todos)

 

Respecto a la pregunta: – Que pasará después?

– Las fuertes creencias religiosas de la madre siempre tenían una respuesta tan segura como tranquilizadora.

(En esto la envidié mucho)

 

Aceptar la vida también es aceptar la muerte.

Un abrazo gigante a aquellos que estén en este proceso.

 

 

 

 

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